Cada escuela busca responder a las necesidades educativas del mundo, o al menos eso esperamos de una escuela seria y profesional, sin embargo es bien sabido que el modelo de escuela nació en el siglo XIX en medio de una sociedad peculiar, una sociedad que ya no existe más, por ello la transformación educativa resulta urgente e inminente, hay que cuestionar el modelo educativo de cada institución.
Los intentos de las escuelas por innovar han ido transitando desde cambios de butacas, incorporación de recursos tecnológicos, uso de soluciones digitales y nuevas metodologías que buscan dar mayor dinamismo a las clases. Han sido cambios interesantes que implican un reto para los docentes aunque definitivamente no han sido cambios medulares ni esenciales, reflexionemos más al respecto.
En las aulas se enseñan contenidos, hay un programa, un currículum o un libro de texto a seguir, esto responde a la pregunta ¿Qué enseñamos?, la pregunta correcta sin embargo debería ser ¿Qué necesitan aprender los alumnos de hoy? Cambiar la pregunta es mucho más complejo de lo que parece a simple vista pues suelen seguirse ciegamente las programaciones curriculares y en países como México, suelen haber cantidades excesivas de contenidos que difícilmente se cuestionan y mucho menos se cambian.
También es necesario responder al para qué se enseña, reflexionemos si realmente podemos responder a la pregunta ¿Para qué necesitan aprender los alumnos todos y cada uno de los contenidos? Dar respuesta a esta pregunta puede ser muy complicado, y más si intentamos responder mirando de frente al mundo actual y futuro. Seamos conscientes del avance científico, del avance tecnológico, de la gran influencia de la robótica, el big data o la inteligencia artificial, de los empleos que aún no existen, de los retos sociales, de los cambios y la incertidumbre. Con la mirada puesta en el mundo actual y futuro, respondamos ¿Para qué empleamos tiempo en el aprendizaje de cada uno de los contenidos?
Además del qué y para qué, podemos cuestionar el manejo de los tiempos, diseñar un horario por bloques de 40 a 60 minutos es un rompecabezas que puede llegar a limitar la transformación e innovación. En las escuelas es bastante común escuchar frases como; “no hay tiempo”, “hay que avanzar en el libro”, “ya no caben más bloques”, “ya no cabe otra nueva asignatura”, “no podemos quitar tiempo de español o mate o inglés”, entre otras similares. Sin embargo, podemos cuestionarnos el supuesto deber ser de los horarios tradicionales que nos rigen desde hace bastantes años.
Finalmente encontramos otra variable bastante significativa que empieza a cobrar relevancia, los espacios, estos responden a la pregunta ¿Dónde aprenden mejor nuestros alumnos?, la pregunta debe plantearse así para poder profundizar en la influencia de los factores externos en el proceso de aprendizaje. ¿Qué dicen las neurociencias sobre colores, iluminación, mobiliario, ventilación y espacios de aprendizaje? La innovación se debe ver en los espacios de una escuela y se busca que estos realmente den respuesta al modelo educativo, es importante no dejarse llevar por la moda, la novedad o las buenas ocurrencias.
Un modelo educativo que mira al mundo actual sabe responder a las preguntas anteriores, sabe construir desde lo esencial y sabe transformar lo necesario con valentía e inteligencia. Las escuelas están viviendo una verdadera revolución educativa que demanda cuestionar y construir su propio modelo educativo con estrategia, fundamento y mucha creatividad.